En la crisis alimentaria de Venezuela, se recuperaron algunos rubros agrícolas, también se experimentaron con otros y se descubrieron propiedades nutritivas importantes y combinaciones para poder consumirlos. El bledo blanco (Amaranthus retroflexus L.), planta nativa de América tropical, fue uno de esos cultivos que crecía como monte y que, producto de la necesidad, comenzó a comerse nuevamente.

Según el profesor Carlos Camacho, quien dicta la cátedra de Educación Ambiental en la Escuela de Educación en la Universidad de Los Andes, durante la conquista en Caracas los españoles le preguntaban a las indígenas qué les daban a los hombres, porque se veían fuertes y enérgicos, y las mujeres señalaban el bledo. Se consume el blanco, no el que tiene los tallos morados.

“¿Saben qué hicieron los españoles? Mandaron a quemar” los campos de bledo. En Estados Unidos, dijo Camacho, decretaron esa planta como veneno para que no fuese consumida por la población, pero, contradictoriamente, la usan para hacer tratamientos que ayuden a oxigenar el cerebro a los astronautas.

Las propiedades del bledo han sido reportadas por Iris Acevedo, Oscar García, Ingrid Acevedo y Carmen Perdomo, de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), en el artículo “Valor nutritivo del bledo (Amaranthus spp.) identificado en el municipio Morán, estado Lara”, publicado en la revista Agrollanía en el año 2007. El bledo, según estos investigadores, tiene un elevado contenido de vitaminas, aminoácidos (lisina y metionina), proteínas y minerales (magnesio, potasio, calcio, hierro y fósforo).

Se considera uno de los cultivos más antiguos de América, pues se cree que apareció hace 4.000 años antes del presente. A partir del 2005, el bledo fue incluido en Venezuela dentro de los programas de rescate de alimentos ancestrales.

La parcelera Zuleima Pérez, de Palito Blanco, quien tiene sus tierras en la vía a Obonte, indica que con sus hojas y semillas se prepara ensalada. “Eso es bueno para el cerebro… Yo agarro como tres hojitas, las lavo, las pongo a hervir, y me lo tomo. Y para la comida también la hago picadita, como aliño, pues, como la cebolla, así me enseñaron a mí. Cuando mi hermano se enfermó le dimos bastante. Eso la agarraba yo, la hojita, la ponía a agarrar sol, la pasaba por un budare para tostarla, después la molía y le regaba a lo que mi hermano se iba a comer, porque es oxígeno para el cerebro. También se lo dan a las gallinas para que pongan los huevos grandes”, relató.

El profesor Andrés Fernando Rodríguez, de la Universidad Nacional Experimental de Yaracuy, director del Centro para la Investigación y Resguardo del Patrimonio y la Diversidad Cultural (ARFEY-CIRPADIC), y delegado del Centro de la Diversidad Cultural en Yaracuy, dice que en los campos se come bledo con huevos revueltos y, para quienes practican el vegetarianismo, en ensaladas. (Texto: Annel Mejías Guiza).